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Antes de que suceda el nuevo nacimiento tiene que existir, primero, la conversión o el cambio de comportamiento de la persona.

“Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad Le habéis oído, y habéis sido por Él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:23-24).

Usted tiene que despojarse del viejo hombre, tiene que abandonarlo. Usted debe despojarse de la mentira, de los chismes, de las críticas, de los malos ojos… y vestirse del nuevo hombre.

El apóstol está llamándoles la atención a los cristianos para que no vivan más de acuerdo con el curso de este mundo. Tenemos que revestirnos de ese “nuevo hombre”, de ese carácter de Dios.

Muchos cristianos están más preocupados por su apariencia espiritual delante de los demás que delante de Dios, y tratan de esconder lo que está pasando en su interior, sus dudas, sus represiones, sus complejos, etc. El diablo, entonces, aprovechándose de esa situación busca influenciarlos con ideas antibíblicas y nocivas para la salud espiritual.

A veces la persona esconde un pecado por lo que van a decir los demás, por su reputación. Podemos escondernos cosas los unos a los otros, pero no podemos esconder nada de Dios porque Él lo sabe todo. Por eso usted no debe esconder nada.

El Espíritu Santo jamás Se sometería a ocupar un vaso sucio, Él no puede soportar la hipocresía, la falsedad o la máscara del engaño. Por eso, además de liberación debe haber una sincera conversión. Los conocimientos bíblicos no liberan sino cuando son aplicados o practicados.

Muchos cristianos tienen ese tipo de conducta falsa, por delante hay una sonrisa, pero por detrás clavan un cuchillo. Uno debe ser transparente, sin falsedad.

¿El Espíritu Santo habita en una persona falsa? ¡Jamás!

El conocimiento de la Biblia no libera a nadie si no es practicado.

En la conversión, la persona abandona los malos hábitos como enemistades, mentiras, adulterio, prostitución, robo, chismes, hechicería, idolatría, celos, ira, discordia, envidia, borracheras, glotonería, vicios, en fin, todas las obras de carne, para vivir una vida dependiente de Dios.

¿Es fácil? ¡No! ¡Pero no es imposible! Porque Dios jamás pide algo que no se pueda hacer. Y cuando existe realmente interés en una calidad de vida superior, se hace cualquier sacrificio. A partir del momento en el que la persona se esfuerza en el cambio de comportamiento, el Espíritu de Dios entra en acción y hace que suceda el nuevo nacimiento.

Antes de que suceda el nuevo nacimiento tiene que existir, primero, la conversión o el cambio de comportamiento de la persona. Cuando la persona acepta a Jesús como Señor o se convierte a Él, tiene que obedecer Su Palabra y vivir de acuerdo con ella. De lo contrario, es imposible la relación.

Y solamente después de la conversión el Espíritu Santo opera el nuevo nacimiento.

Usted debe decir: “No quiero más esta vida, quiero ser una nueva criatura…” Cuando usted es sincero el Espíritu Santo entra en acción y hace que nazca de nuevo, ¡solo el Espíritu Santo puede hacer que usted nazca de nuevo! 

¿De qué depende? De usted mismo.

Es usted quien decide. 

Piense en eso.

Dios le bendiga.