Muchos ya escucharon sobre la historia de Job, y cuán íntegro, recto y temiente a Dios fue, al punto de perder todo y, aún ante una situación precaria, no negó su fe ni su sinceridad.
Las Escrituras Sagradas cuentan esta historia y traen una reflexión sobre la actitud de Job.
Él era íntegro, pero satanás cuestionó la conducta de Job delante de Dios y hasta le dijo: «él solamente teme y te sirve porque lo tiene todo, pero si le quitas lo que tiene, verás que blasfemará contra ti».
Es decir, Dios permitió que el diablo le quitara todo a Job, pero con una condición: que no tocara su vida. Entonces, Job perdió hijos, bienes y hasta su salud, en fin, él perdió todo. (Lee la historia completa en el libro de Job).
Sincero en todo
En un mundo de tantas apariencias, ya se volvió común aparentar ser lo que no se es, hay quienes piensan que el sincero siempre termina en desventaja. No obstante, la lección que podemos extraer de la historia de Job es que quien anda en la Verdad, nunca pierde.
Job lo perdió todo, pero, aunque perdió, él mantuvo su sinceridad; no se corrompió ni se volvió contra Dios, ¡él no perdió su fe!
Él se mantuvo temeroso a Dios, tanto como antes, cuando lo tenía todo. Es decir, retuvo su sinceridad, mostró lo que él era y lo que hacía. Su conducta no fue influenciada por las bendiciones, como ocurre con otras personas.
Resultado
Las actitudes íntegras configuran la pureza de corazón, intenciones y pensamientos justos. ¿Qué es lo que Dios busca en las personas? Él busca personas sinceras.
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