En su paso por la Tierra, al hablar sobre el Reino de Dios y cómo entrar a él, el Señor Jesús usó muchas parábolas y comparaciones. Y una de ellas llama la atención por su analogía, pues, para muchos puede considerarse absurda porque piensan que está dirigida solo a una clase social.
“Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios.” Mateo 19:24
Ese fue el pasaje bíblico que el obispo Macedo usó este domingo (10/11), para explicar las dificultades para entrar al Reino de Dios.
Pero antes, explicó que era necesario entender el significado de esa “aguja”, porque muchos, de manera equivocada, creen que Jesús se refería a la aguja de coser y no comprenden la esencia de esa enseñanza.
Antiguamente, las ciudades estaban rodeadas por muros que servían de protección, y a la noche, los portones se cerraban para que no fueran invadidas por los enemigos.
Después de cerrar los accesos principales, los viajeros que llegaban a estas ciudades tendrían que pasar por una puerta pequeña y estrecha, en la que los camellos lograban pasar, pero con gran dificultad.
¿Por qué el Señor Jesús dijo que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja (aquella puerta estrecha) que un rico entre al Reino de Dios?
“Porque lo más difícil para el rico es sacar su corazón, su prioridad, su alma y su mente de esa fortuna, para ponerlo en el Señor Jesús, a través de la fe”, aclaró el obispo.
Él destaco que esta advertencia no es solo para el rico, sino también para el pobre. “Quienquiera que sea la persona, abandonar su vida, su voluntad para seguir al Señor Jesús es difícil. La dificultad es para todos, porque implica dejar su vida a un lado”, destacó.
“Piense en su vida: quizás, su riqueza no sea el dinero, sino su arrogancia; quizás, su riqueza es su orgullo, su prepotencia, su sabiduría, sus conocimientos; quizás, usted se cree superior a otras personas; todo lo que se ponga en un primer plano, que no sea el Señor Jesús, se vuelve una dificultad para entrar al Reino de Dios”, resalta.
El Reino de Dios y el Matrimonio
El Reino de Dios es el Reino de la Justicia, de la verdad, de la ética, del carácter, de la palabra empeñada, de la luz, de la bondad y del perdón.
Para ejemplificarlo mejor, el obispo hizo una comparación con el matrimonio. Cuando una persona se casa, lo hace para constituir una familia, para tener un hogar. Sin embargo, sabe que uno deberá honrar al otro y que ambos deberán cumplir la palabra que empeñaron. Pero eso solo es posible si, antes, abandonan la vida de solteros.
Así también es el Reino de Dios. Es necesario casarse con Dios, y casarse con alguien es establecer un compromiso de ser verdadero, sincero y fiel. Todo lo que tiene el Reino de Dios es lo que se espera, instintivamente, en el matrimonio.
“No existe la oportunidad de que una persona deje el reino de este mundo y entre al Reino de Dios con los mismos pensamientos, corazón y vida que tenía cuando vivía en el reino del mal. Para entrar al Reino de Dios tiene que dejar su vida equivocada. Todo lo que no sirve. Porque el Reino de Dios es el Reino de la luz”, explica.
Jesús dijo que, el primer gran mandamiento es: “… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Mateo 22:37
El obispo explica que esa es la base de la fe y de la Vida Eterna. “Pero para eso, hay un precio que pagar: se debe abandonar lo que uno es, lo que piensa ser y tener, abandonar todo. Por eso se vuelve difícil para todo el mundo, no solamente para el rico”.
Así como el hombre se vuelve uno solo con su esposa, con Dios somos uno, en Espíritu: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él.” 1 Corintios 6:17
“Recibir el Espíritu significa tenerlo dentro de usted las 24 horas del día por el resto de su vida”.
Elija el Reino de Dios
El Reino de Dios está disponible para todos, ya sean ricos o pobres. Su vida no depende de la suerte, depende de sus elecciones y, lo que hará la diferencia, será elegir el Reino de Dios y elegir al Rey Jesús en su corazón.
Pues, mientras su alma no esté en Su Reino, usted no tendrá paz.
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