“A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12:32).
El pecado de blasfemar en contra del Espíritu Santo es imperdonable para el Señor, por eso no se puede hablar Su Nombre en vano ni despreciar Su voz y Su voluntad, ya que nos proponemos a servirlo verdaderamente.