Amor y respeto son dos palabras cuyo significado ha sido olvidado por la mayoría de personas, y es justamente por esta causa que muchos matrimonios estén en ruinas.
En las discusiones entre la pareja, cuando la esposa reclama amor a su marido, normalmente este le dice: “Pero, sí te doy”. De igual modo, cuando un marido le reclama respeto, la esposa se defiende con un: “Pero, sí te respeto”.
En realidad, si las justificaciones fuesen verdaderas, no habría reclamos. Si los reclamos son reales, la ausencia de esos factores también es real.
Esto sucede porque, muchas veces, el marido que dice amar a su esposa es el que la deja en último plano y nunca renuncia a sus preferencias. Y, de manera semejante, la esposa que dice respetar a su marido es la misma que toma decisiones por cuenta propia y que no cree en la opinión de su compañero. No hay congruencia entre palabras y acciones.
Otro conflicto que suele ocurrir es la ofensa mediante gestos y palabras hirientes que solo dañan a la pareja de forma psicológica (emocional), y que a la larga quiebran la relación. Estos daños, mayormente, dejan traumas irreparables entre ambos, incluso llevan a deprimir a los involucrados.
El hombre y la mujer tienen su papel, ya que cada uno también tiene sus necesidades. Si los papeles son cumplidos, las necesidades serán saciadas. El hombre necesita respeto, mientras que la mujer necesita amor, y viceversa. Cuando uno le ofrece al otro exactamente lo que este necesita, entonces hay un matrimonio feliz. Amor y respeto. De estas dos palabras, recuerde la que usted necesita dar, no la que necesita recibir.
Gestos y palabras hirientes dañan a la pareja de forma psicológica y a la larga quiebran la relación.
Columna del señor Obispo Macedo