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El acontecimiento más esperado por la Iglesia del Señor Jesús es Su regreso para buscarla. Hecho que, incluso sin saber el día y la hora que sucederá, las señales muestran claramente que puede suceder en cualquier momento.

Sin embargo, aunque el día y la hora del regreso del Señor Jesús no hayan sido revelados, nuestra muerte hace que ese momento se anticipe. Por eso, el cristiano debe estar preparado para uno de esos dos momentos.

El Cielo es un lugar de altísimo nivel, y toda alerta que encontramos en la Palabra de Dios es para que los que dicen ser cristianos, ya estén incluidos en ese nivel Divino si desean pasar la eternidad con Él. Con el aviso que el apóstol Pablo dejó en una de sus epístolas a Timoteo:

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. 2 Timoteo 3:1-5

Actitudes demoníacas

El obispo David Higginbotham, responsable del trabajo de la Universal en Corea del Sur, advierte que el apóstol Pablo no se refería a los ateos e incrédulos, sino a las personas dentro de la iglesia.

Esas actitudes demoníacas se infiltran en las comunidades cristianas con el objetivo de contaminar el Cuerpo de Cristo, y tener una posición en la iglesia o conocimiento sobre la Biblia no los eximen en el caso de que tengan una de esas “cualidades peligrosas”.

“Cualquiera que sea egoísta, amante de sí mismo –siempre listo para salvar su propia piel, su propia reputación, impulsa su propia posición y comodidad– está en la lista peligrosa. Líderes de iglesias orgullosos, ambiciosos por fama y dinero, miembros de la iglesia ingratos, que crean chismes y calumnias, que quieren ensuciar y difamar los nombres de las personas que a ellos no les agradan, también se encajan en esta lista. Cristianos que hacen promesas solo para apaciguar a personas inoportunas, que casualmente no cumplen su palabra y ‘pisan’ a sus amigos para sacar ventaja, que se divorcian y se casan nuevamente, o traicionan y engañan… E incluso jóvenes que les faltan el respeto a sus padres son considerados tan peligrosos como los avaros mentirosos y todos los otros mencionados. Dios no ve a ninguno de esta lista como Su hijo y, por encima de todo, Él ordena que nos alejemos de ellos”, explica el obispo.

Ame al pecador, odie al pecado

La orientación de alejarse de quien practica tales actitudes suena radical. El obispo David destaca que, a veces, demostrar amor por alguien que está engañado, significa eliminarlos de nuestras vidas cuando vemos que ellos son obstinados en querer seguir actuando a su manera.

“Es un amor severo, sin sentimentalismo, que permite que Dios trabaje donde nuestras palabras y presencia en sus vidas no pueden. Pero ¿hacemos esto?”.

Y advierte: “Dios nos llama a un nivel que no es políticamente correcto. Es sagrado. Es un nivel de pureza, humildad, y gratitud a Dios en todas las cosas. Esas no son cualidades populares, pero si pertenecemos al Reino de Dios, los estándares de este mundo no se aplican más”, alertó.

El obispo orienta que no podemos darnos el lujo de tener lo que Pablo dijo: “solamente tener una apariencia de santidad”.

“Si solo tenemos la apariencia, pero nos rehusamos a vivir en santidad, negamos el poder de Dios. Es como si le diéramos una bofetada a Dios por vivir sumergidos en tanto egoísmo. Si negamos Su poder al vivir una vida sin santidad, estamos irremediablemente perdidos.”

El obispo finaliza al proponer que siempre reflexionemos en qué situación nos encontramos: en alerta contra esas actitudes y que no las toleremos –porque muchos de los que se dicen “cristianos” también las practican y es “normal”-, o ¿si nosotros mismos ya estamos en esta lista?