Es inaceptable vivir una vida igual o peor a la de una persona que no vive la fe, pues la fe es el tesoro más grande que Dios dio al hombre para vivir una vida de calidad.
¿Cuál es el secreto para vivir una vida diferente al de los otros? No solo se habla de una vida llena de riquezas y lujos, sino que también un interior lleno de paz, amor y vida. ¿Qué necesitamos para que esa “diferencia” sea vista? Solo hay una respuesta, un secreto: Recibir, por la fe, la presencia de Dios dentro de nuestro ser. Es decir, ser llenos del Espíritu Santo. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…” (Hechos 1:8). Es ese mismo poder que nos permite vivir una vida separada de todo lo que desagrada a Dios, como los celos, la envidia, la acomodación espiritual y la hipocresía, lo que nos aleja de Dios.
El Espíritu de Dios hace la diferencia en la vida de la persona, ¡es el secreto! pero para recibirlo debe haber entrega de la propia vida. La relación con Dios es como un matrimonio real. Nadie se casa con alguien que no conoce y para recibir la presencia del Señor se debe renunciar al deseo humano. Si usted antes quería mentir, ahora ya no lo hará, si antes era una persona que no cumplía su palabra, ahora cumplirá sus promesas. Quien pertenece a Dios no es celoso, ni flojo para invertir en su vida espiritual. ¿Usted se ve vacío del Espíritu de Dios? Entonces invierta en su relación con Él. Separe un tiempo para orar, meditar, piense en qué puede mejorar. Dedíquese a buscarlo y sobre todo, a ser lleno de Él. Recuerde: “…acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban…”. (Mateo 6:20)
Quien pertenece a Dios no es celoso.