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Al igual que los depredadores animales, los depredadores humanos van por las personas más ‘apetitosas’. Su objetivo es absorber (de ahí que también se les conozca como ‘vampiros’) a las personas que tienen características que ellos no poseen: amabilidad, carisma, fuerza de voluntad, etc. Y para eso usan la seducción como medio para captar el interés de las potenciales víctimas.

Una vez alcanzado su propósito, afirma Keka Ortiz, psicóloga y psicoterapeuta, el depredador abandona a su víctima en busca de otra persona sin importar el daño y el dolor que ha causado.

El depredador emocional puede ser un hombre o mujer, tener cualquier edad y presentarse en el trabajo, la universidad, pero de preferencia se les localiza en las relaciones de pareja.

La conducta del depredador es tan cotidiana que parece normal, incluso puede presentarse como vulnerable, de ahí la dificultad para identificarlo. Sin embargo, señala la profesional, hay ciertos rasgos que los delatan. Así que tome nota.

Según Ortiz, los depredadores emocionales hablan mucho de sus logros, conocimientos, experiencias; “es el típico egocéntrico que busca ser el centro de la conversación, y que solo hace una pausa para dejar hablar a su interlocutor, porque precisa pensar qué cosas más contar”.

Otra característica de estas personas, agrega, es que carecen de empatía; es decir, de la capacidad de ponerse en los zapatos de la víctima, ya que solo buscan centrarse en lo que ellos necesitan. Igualmente nunca aceptan sus errores.

Además son quejosos todo el tiempo y controladores. La víctima difícilmente tiene libertad para tomar decisiones.

Keka Ortiz refiere que cuando la víctima ya no tiene más que ofrecer al depredador, este la abandona. Cuando se da este momento, dice, la victima queda maltratada en su autoestima, sin energía para vivir, trabajar, sin claridad para alcanzar sus sueños; algo así como suspendida en el tiempo y espacio. Finalmente, termina deprimida, angustiada y con un sentimiento de culpa al creer que todo sucedió por sus errores.

 

Carencias

Keka Ortiz señala que el depredador emocional, cuando fue niño, no tuvo la atención y el cariño de sus padres o, si los tuvo, no en la intensidad que él hubiera querido. De ahí su frialdad y vacío, que solo llena absorbiendo a alguien.

 

Roles

La victima puede convertirse en depredador. El mujeriego es el típico depredador.