La realidad de muchas personas que afirman creer en Dios es crítica, pues en vez de pisar a sus enemigos (murallas) terminan siendo sofocadas por ellos. Pero ¿por qué? Porque para que la Profecía se cumpla hay una condición. Esto es, ser fuerte y valiente, para que el pie que está sobre su cuello salga y así usted pise a ese enemigo (muralla); de este modo, la Profecía se cumplirá.
Lamentablemente muchos están, no solo con la “soga al cuello”, como suele decirse, sino con los pies de los demonios en su cuello: con tristeza, miedo, enfermedades, soledad, vicios, adicciones, depresión, separación familiar, miseria, etc.
El pueblo de Dios no puede estar con soga ni con pies en el cuello. ¡Que así estén los hijos de la incredulidad! Pero nosotros, que creemos, no. ¡No podemos aceptar eso! El pueblo de Dios tiene que vencer para que quede como testimonio del cumplimiento de lo que fue prometido por el Dios Vivo. ¿Cuál es la soga que está en su cuello? O peor, ¿cuál es el pie que está en su cuello? ¡No acepte eso! Vénzalo, ¡usted puede! Nosotros estamos con usted hasta el fin.
Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos (de los cinco reyes). Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará el Señor a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis. (Josué 10:24-25).