Dones y talentos son virtudes concedidas por Dios a los hombres. Y ambos crecen de forma eficaz de acuerdo con nuestra búsqueda y ejercicio constantes.
«Pero la manifestación del Espíritu es dada a cada uno, para lo que sea útil.»
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Al nacer recibimos talentos naturales como habilidad para el arte, los cálculos, la música, la culinaria … Y podemos desarrollar otros provocados por la convivencia o por necesidad de adaptación. Son herramientas que se pueden utilizar para hacer crecer el cemento y el desarrollo de la vida personal, profesional y espiritual.
Los dones son el poder de Dios concedido por el Espíritu Santo, cuando
decidimos invertir en nuestra vida espiritual, rendiéndonos al mensaje del Evangelio, Él «equipa» nuestra mente con talentos sobrenaturales que son útiles para nuestra edificación espiritual y para nuestra contribución al crecimiento de la iglesia en general.
«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo …, según la gracia que nos ha dado.» 1 Cor 12,4-7
El ser de la sabiduría, de la palabra del conocimiento, de la fe, operación de milagros, de la profecía, de discernimiento de espíritus, de lenguas, de interpretación de lenguas, de profecía, de servir (en el sentido general), de enseñar, de exhortar, de generosidad, de liderazgo, de espíritu de misericordia, de apostolado, de evangelista, de pastor o de maestro. No importa qué Don le fue concedido, desarrolle.
Los dones espirituales son concedidos por el Espíritu Santo para nuestro perfeccionamiento, para usarnos en Su obra y para edificación de nuestra vida espiritual.
Debemos ser activos en lo que nos ha sido confiado. Buscando en oración por concesión de dones, esta actitud demuestra nuestra sed de servirle aún mejor; nuestro reconocimiento de que es Él quien nos capacita.
Cuando despertamos por buscar desarrollar dones, influenciamos a otros a hacer lo mismo y así contribuimos a que estemos todos en el mismo pensamiento, caminemos en el mismo Espíritu, agregando nuevos miembros al cuerpo de Cristo.
Talentos todos poseemos y los desarrollamos debido a nuestra herencia genética oa nuestro entrenamiento. Se utilizan para alcanzar objetivos personales y espirituales.
Los dones espirituales se conceden como consecuencia de nuestra entrega al Espíritu Santo y los desarrollamos a través de la búsqueda y el deseo intenso de ser guiados por Él. Se utilizan para construir testimonios, glorificar a Dios y ser útiles entre sí.
«Por tanto, procurad con celo los mejores dones; y yo os mostraré un camino más excelente. «1 Cor 12.31
Nota: Los dones mencionados contenidos en 1 Cor 12, Ef 4 y 8 romanos.