Posted by & filed under Obreros.

Iniciamos esta lectura haciendo dos preguntas:

 

  1. ¿Hemos sido constantemente influenciados por Jesús?

 

  1. ¿Hemos influido otros?

 

El Espíritu Santo es la influencia más importante en nuestras vidas, pues Él nos inspira a creer en nosotros y en los frutos que obtenemos a través de una relación con Él.

 

Él nos aclara, nos inspira y nos anima a progresar como padres, hijos, conjugues, amigos, profesionales, obreros …

 

El que tiene su vida estacionada, no puede declarar que ha sido influenciado por Él.

 

Todos nosotros estamos de frente  con cosas que nos traen felicidad y que amamos que forme parte de nuestra vida y otras cosas que necesitarían ser cambiadas para que nos traigan el placer de contar un testimonio de cambio.

 

Muchos de nosotros han dejado de creer en posibilidades sobrenaturales, han mirado algunos hechos de la vida y los impuestos como inmutable, pero este pensamiento va en contra de lo que nuestro principal influyente, Espíritu Santo, nos enseña.

 

Pues, es Él quien dice que todo es posible al que cree. Por lo que todo, exactamente todo es mutable, y es en los momentos que nos encontramos con nuestra debilidad emotiva que Jesús con su Palabra nos ayuda a encontrar respuestas donde no creíamos, Él nos lleva a ver nuestro potencial, Su grandeza, nuestra alianza, Él está a nuestro lado para ayudarnos a ser mejores y por medio de la fe transformar nuestra historia de vida en verdaderos libros de milagros.

 

No permitamos que el sol se ponga sin que, al contemplarlo, hablemos con nosotros mismos: Yo sé que mi redentor vive. Él abrirá mis ojos, mi mente, mi entendimiento, y lo que no puedo hacer Él puede. Este es el principio de nuestra resiliencia, que es la capacidad de sacar fuerzas de dentro de nosotros para superar y superar límites, activando la certeza de aliados a Él podemos no sólo cambiar nuestra historia de vida personal, sino también ser usados ​​por Él para llevarlo otros a seguir nuestro ejemplo de alguien que es influenciado por Su Espíritu.

 

Gislene Xavier